lunes, 1 de julio de 2013

Historia de una niña muy pervertida... (parte 2)


Antes de conocer a mi primer novio, tuve la oportunidad de probar lo que sería Cibersexo. Conocí por Internet un chico de mi edad que me gustaba mucho. Vivía muy lejos pero eso no suponía ninguna ningún obstáculo en principio. Hicimos lo de costumbre, enviarnos regalos por correo, pasar el día chateando... Una noche, a las cuatro de la mañana, me pidió que si podía verme en ropa interior. Él, a cambio, se también se la quitaba. Ambos estábamos semidesnudos en a la pantalla del otro. Él me dijo que como éramos novio no pasaba nada si yo me quitaba el sujetador y la cosa siguió así hasta que ambos estuvimos desnudos. Él empezó a pedirme cosas, como pellizcarme los pezones y darme en el clítoris. Mientras, él tenía la cam apuntando a su polla y se estaba masturbando. Seguimos así muchas noches yo me tocaba mientras el se tocaba.

Un día mientras chateaba con él, estaba tomándome un Chupa Chups de fresa. Y a él se le ocurrió una idea. Coloqué la cam apuntando a mi entrepierna desnuda. Primero me mandó que me pusiera a chupar el Chupa Chups hasta que estuviera bien húmedo. Me dijo que lo pusiera en mi entrada y lo frotara por mis labios de mi coño, Así hice, yo notaba que era suave y pringoso. Después de un minuto, me dijo que me lo metiera entero. Al principio me rehusé, era virgen y no quería perder la virginidad con una chuche. Pero me dijo que era demasiado pequeño como para eso y me convenció. Me metí el Chupa Chups en el coño. La verdad es que no dolió, pero si me costó un poco introducirmelo. Él de mientras seguía masturbándose. Lo moví lentamente dentro de mí tanto en círculos como dentro y fuera, no estaba mal.

Después de aquello estuve una semana entera con el coño pegajoso. La entrada y la vagina me seguían sabiendo a fresa durante un tiempo. Pero como toda relación a distancia no duró. Entre otras cosas porque ambos necesitábamos más que estar delante de la pantalla tocándonos. Necesitábamos el contacto de otra persona.

Mi primer novio fue un chico increíble, al cual pervertí yo. Él era un chico inocente y virgen que como mucho se había masturbado un par de veces con alguna peli porno. Nuestros juegos empezaron antes de comenzar a salir. No me acuerdo muy bien como, pero empezamos a comernos el cuello el uno al otro. Jugando a, a ver quien aguanta más. Uno empezaba a comerle el cuello, y el otro tenía que aguantar besos, mordiscos, lametones y demás sin decir ni pío. Para él era mas duro, si yo me excitaba él no se iba dar cuenta, pero a ver que hacía él con su polla. Era muy divertido. Resulta, que por mayor comodidad yo me tumbé en la cama y él encima. Empezamos a jugar a nuestro jueguecito, me besaba por detrás de la oreja y lamía mi cuello hacía abajo. Cuando llegaba a la clavícula me rozaba con los labios. Yo sujetaba mi ropa y tiraba de ella hacía abajo para que no molestara. La cosa es que él comenzó a bajar y yo bajaba la ropa también. Hasta el punto en que empezó a lamerme el pecho y besarme los pezones.

Hasta ese instante no fui consciente del placer que podía proporcionarme mis pezones. Y lo que me resultó más gracioso es que antes de que nos besáramos en la boca él ya me había comido las tetas. Comencé a salir con él. Realmente me gustaba, pero tenía poca experiencia amorosa.

Es cierto que perdí la virginidad tarde para lo ansiosa que era yo para el sexo. Pero también es verdad que perfeccioné mi forma de dar placer con la boca y con las manos. Se puede decir que era muy mala y hacía que él se corriera una y otra vez sin apenas dejarle descansar. Y que otras le daba hasta que iba a correrse pero paraba para hacerle sufrir. Fue a los casi dieciséis años cuando llegué al orgasmo por primera vez. Había leído sobre él, había visto vídeos de tías corriéndose. Lo había estudiado mucho. Pero nunca pensé que sería de esa forma. Nunca me había buscado el orgasmo por mi misma y la primera vez que llegue lo hice de casualidad. Me había puesto encima de él, no tenía su polla metida dentro pero si mirando hacia su cara con mi coño rodeándolo. Lo hacía para que nos rozáramos, una de mis técnicas infantiles para calentarle. La cosa es que con su polla rozaba mi clítoris y como era él el que manejaba mi cadera hizo que yo me viniera.

Al principio me asusté, porque pensaba que me iba a hacer pipí encima. Pero resultaba que no, y como estaba asustada no llegaba a disfrutarlo sino que mi cabeza lo cortaba. Mi primer grandioso orgasmo fue mientras él me comía el coño y me dio tanto placer que me dejé llevar. No perdí la virginidad hasta los dieciocho años, pero entre medias experimente muchos juegos que íbamos encontrando.

La primera vez que mezclé la comida con el sexo fue a los diecisiete años. Yo seguía con mi primer novio. Tengo que confesar que tengo debilidad por el chocolate y sobre todo por los helados de Straciatella. Sobre todo los de tarrina grande del Mercadona. Estaba comiendo una tarrina con él en el sofá cuando se me ocurrió la idea. Mezclé dos cosas que me encantaban: su polla y la Straciatella. Puedo decir, que fui muy sucia. Al principio solo llenaba su polla de helado y yo lo chupaba. Pero fue a más, paseaba su polla llena de helado por mi cara y mis tetas. Él comenzaba a lamerme mientras yo le echaba helado por el cuerpo y restregaba mi coño por su polla para que también se llenara de helado. Manchamos todo, él sofá el suelo nuestro pelo. Para quitarlo todo después tuvimos que ducharnos a fondo. Yo tenía helado por mi pelo y por mi culo. Él por su polla sus piernas si cara (de incrustar su cara en mi coño) Fue muy divertido y pegajoso.

Jugué a más cosas con él, pero eso es algo que ya os contaré más adelante...



















No hay comentarios:

Publicar un comentario