jueves, 20 de junio de 2013
Historia de una niña muy pervertida... (Parte 1)
Desde que tengo uso de razón mi vida ha estado muy ligada al sexo. El sexo es algo que me encanta. Paso un 70 % del día maquinando y buscando la forma de obtener más placer. Y aunque parezca que soy ninfómana no considero que esté obsesionada ni tenga necesidades afectivas. Simplemente me gusta y me excita. Ponerme cachonda y llegar al orgasmo es uno de mis placeres favoritos. No soy una chica que se haya acostado con millones de tíos, pero si que me he hinchado a follar con los pocos con los que he estado.
Mi primera experiencia ligada al sexo era cuando yo era bebe. Esta anécdota es un recuerdo que mi madre le gusta contar cuando estamos entre amigos. Mi madre tenía la costumbre de dejarme en el salón de mi casa con una película de VHS, es decir, de cinta con dibujos animados con la esperanza de que cuando estos acabasen yo me hubiera quedado dormida. Resulto que una noche, mis padres disfrutaban del silencio que provocaban esas cintas de vídeo para cenar tranquilamente y de repente, a las dos de la mañana, mi madre empezó a escuchar como yo me reía a carcajadas, mi madre extrañada por la hora que era se dirigió al salón. Por lo visto, la cinta se había acabado y en su lugar había saltado la cadena de mi localidad, cadena que por las noches echaban porno. Mi madre se quedo trastocada al ver como yo estaba tan contenta de ver porno, saltaba y reía a carcajadas. Aunque ella estaba feliz de verme tan contenta, no dejó que la cosa volviera a repetirse. Fue la primera vez en mi vida que vi porno y la verdad es que no me acuerdo.
A los cinco años, me juntaba mucho con un chico de mi edad. Nuestros padres eran grandes amigos y encima vivíamos muy cerca. Todas las tardes me iba a su casa a jugar. Eramos entrañables, ambos decíamos que eramos novios y que cuando fuéramos mayores nos íbamos a casar. No se muy bien como pero empezamos a experimentar con nuestro cuerpo. Nos quitábamos la ropa hasta quedar desnudos y nos tocábamos el cuerpo el uno al otro. De momento, solo podríamos ser dos niños experimentando con su cuerpo. Pero no, la cosa fue a más. No es que conserve en mi memoria todos los recuerdos de esos días, de lo que si me acuerdo es que fue entonces cuando practiqué por primera vez la felación y el cunilingus. No se de verdad como llegamos a esos términos, pero recuerdo que nos escondíamos debajo de la mesa y jugábamos a un juego, el que ganara tenía que chupar el sexo del otro. Durante casi dos años seguíamos jugando a esos juegos. Pero todo se acabó cuando yo me mude a una casa más lejana y nuestras vidas se separaron.
Al mudarme a mi nueva casa conocí a mis dos vecinos favoritos, uno tenía mi edad y el otro era una año más pequeño que nosotros. Por aquel entonces descubrí de forma casual que por las noches en la televisión echaban programas donde mujeres se desnudaban y hacían cosas con hombres. Fue cuando me aficioné al porno. Descubrí una manera de aprender más sobre el sexo. Yo soy de las que piensa que el porno ofrece sabiduría. Sé que el porno actualmente es un poco fantasioso, ofreciendo a los hombres cosas fantásticas en plan una polla de 40 cm penetrando a una rubia con dos tetas tamaño extra-grande. Pero siempre que he necesitado averiguar algo o saber como se hace hago lo mismo: buscarlo y verlo es la mejor forma de aprenderlo. Pero para perfeccionarlo había que practicar. Por eso inicié una extraña relación con mis dos vecinos. Todo comenzó jugando jugando a las casitas con mi Barbie y sus Action-Man. Ambos querían que yo fuera su esposa y yo les dije que lo sería para ambos. La verdad es que fue... ¿Quien me iba a decir que mi primer trío con dos chicos sería a los 8 años? Nunca hubo penetración, no era que no lo intentaran. Pero no salía bien. Creo que la idea surgió en uno de ellos al encontrar fotos eróticas en el ordenador de su hermano. Me acuerdo que nos desnudábamos los tres y ambos se dedicaban a mi. Luego yo se los compensaba. Este trío, de caricias, besos, felaciones y cunilingus duró hasta que uno de mis vecinos, el pequeño se mudó. Con él otro seguí algún tiempo, pero me enteré que se lo había contado a un amigo intimo suyo. Seguramente te preguntaras ¿Cómo te enteraste? Muy fácil, el amigo me pidió que yo le hiciera lo mismo que le hacía a mi vecino. Me enfadé mucho y corté la relación.
A los 10 años leí por primera vez un libro con contenido erótico. Mi tía tenía en su casa un libro llamado La doncella de Hielo. Por lo visto era un libro sobre vampiros que le habían regalado, pero que ella no tenía el mas mínimo interés, así que me lo leí yo. De ahí nació mi pasión por la lectura erótica. Tanto que empezaba a escribir mis propios relatos cortos. Yo era muy romántica, lo escribía con amores imposibles entre príncipes y bailarinas. El primer libro erótico que leí fue: Las edades de Lulú. Y la verdad que es una novela erótica muy apropiada para primerizos.
Durante los siguientes años, estuve liándome con los hijos de los amigos de mi padre. Algunos solo llegaban a los besos, mientras que otros llegaban a entrar en mis bragas. Aprendí del juego de roles con el primo de mi madre. No os asustéis, ese chico era un año más pequeño que yo. Nos gustábamos y decidimos experimentar juntos. Recuerdo que jugábamos en su casa, era un juego muy tonto. Yo era una chica normal y corriente que se iba a dormir tras un duro día de trabajo, él era un borracho que entraba de forma furtiva en mi casa y me hacía suya. Allí me enteré que me encantaba que me forzaran, ya me entendéis. Con su marcha me quede sin compañeros de juegos. Seguí con mis relatos y mis novelas. Tuve una época tranquila sexualmente hablando.
Cuando cumplí los 14 años descubrí algo que me volvería a meter en el mundo erótico. El hentai y el smut. Para aquellos que no los sepáis, el hentai es pornografía japonesa a modo de cómic. Pero realmente me fasciné con la lectura smut, que es historias románticas para niñas grandes y pervertidas. (Si tenéis curiosidad, os recomiendo la autora Mayu Shinjo) A los 15 conocí a mi primer novio. A decir verdad, esta época de mi vida fue de práctica. Después de estudiar un poco lo de los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual dejé a un lado el tema de la penetración. Con mi primera pareja perfeccioné el arte de la felación. Aprendí a jugar con comida y a cambiar roles...
Pero eso es otra historia que más adelante os contaré...
¡Haz clic aquí para seguir leyendo la historia de esta niña mala!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Jajajaja ¡Ay! Esas cadenas locales... yo me escapaba por las noches para ver lo que sea que estuviesen echando. A veces porno a secas y a veces Hentai. Claro que yo tenía en torno a 12 años o mas.
ResponderEliminarYo creo que todos hemos tenido alguna experiencia de esas en la infancia,de juegos y en las que no eres realmente consciente de lo que haces, pero que inexplicablemente te atraen y sigues haciendolo XD
Un saludo Agata
Pero que muy pervertida ... Voy a ver si me entero qué es eso del smut, que uno se piensa que lo sabe todo y siempre hay algo nuevo bajo la luz del sol.
ResponderEliminarSaludos,
Eros.
El smut es para las chicas lo que el hentai para los chicos. El hentai es más basto a la hora de mostrar el sexo. El smut tira más a psicológico y romántico. Sería manga para niñas grandes que con un solo besito no les basta. A lo mejor, si eres un chico se te queda muy soso comparado con el hentai, pero se de buena mano que el smut hace que las chicas tiemblen.
EliminarBesos de parte de la niña pervertida,
Lady Ágata
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa verdad es que buscando por internet no he encontrado mucho. Pero ciertamente parece que se me queda un poco escaso; seguiré con mi hentai.
ResponderEliminarY a ver para cuándo la segunda parte de esta historia.
Besos,
Eros.
Buenas Eros, la autora más fuerte de Smut es Mayu Shinjo y busca MOTTO OSHIETE este me encanta. Sobre todo por la dominación...
EliminarBesos,
Lady Ágata